viernes, septiembre 28, 2012

EN DEFENSA DE LA ESCLAVITUD


Amigo empresario, capitán de industria, comerciante mayorista, empleador de la Iniciativa Privada o del gobierno, este anuncio es para usted:
En este momento que en el  país se están discutiendo y promulgando las reformas a la ley federal del trabajo que tienen cono fin hacer de éste un país competitivo (de una vez por todas, chingada madre),  es pertinente que pongamos sobre la mesa un asunto controvertido, más no por ello menos importante: los beneficios de la esclavitud.
Sí, estimado capitalista salvaje. Si usted piensa que la presente reforma laboral es la panacea para flexibilizar las relaciones de trabajo entre usted y sus subalternos, le pedimos considerar algo: la susodicha modificación, en realidad, es muy fresa; demasiado blanda para estos tiempos de alto rendimiento en donde los Chinos, los Taiwaneses y los Hindúes nos están comiendo el mandado. Vamos… Si hasta los Brasileiros han dejado la samba y se han puesto a chambear para ponernos una zumba en lo que se refiere a generación de riqueza (porque lo que es en el fucho, ya nos la pelan). Nosotros, los mexicanos, podemos dejarlos varios pasos atrás simplemente con volver a hacer legal la esclavitud.
Sí, señor. Olvídese de la proclama del padrecito Hidalgo que finalmente, como dicen los intelectuales, estaba loquito y era un peligro para México─, olvídese de los bienpensantes que ponen el chillido en el cielo cada vez que algo hace algo propositivo para aumentar sus legítimas ganancias. Olvídese también de toda la imaginería amarillista de los barcos negreros, las plantaciones de algodón, el blues,  y las haciendas henequeneras (sí, lo admitimos, esos hombres y mujeres azotados por el látigo y reventados por el trabajo tienen algo de erótico para usted, pero olvídese de ello). Si proponemos un nuevo modelo de esclavismo para el siglo XXI tendremos múltiples ventajas, las cuales le expongo a continuación:
1)    Disponibilidad permanente de su personal. Lo sabemos, es engorroso que sus empleados tengan que venir todos los días de sus casas en la periferia y perder dos horas y media de su tiempo (mismo que podrían ocupar en trabajar para usted), en transportarse. Si en lugar de ser sus empleados, se vuelven sus esclavos, podría tenerlos en el corporativo las veinticuatro horas del día, los 365 días del año. Podrían hacerle sus auditorías o sus cortes de caja en las madrugadas de los domingos sin pedir compensación ninguna. Además, usted ya no gastaría en medios de comunicación tales como radios o teléfonos celulares para estar en contacto con ellos y regañarlos por sus errores. Basta con que vaya a sus cubículos en cualquier momento y los agarre a golpes con algún cable de impresora o barra de tablaroca.
2)    Manutención y hospedaje. Entendemos la inquietud que le surgió del punto anterior: la manutención del personal. Usted dirá: “Bueno, suena bien que vivan en el corporativo, pero ¿Dónde y cómo vivirían? ¿Cómo vivirían sus familias? ¿Dónde comerían y cagarían? En este rublo, le sugerimos que haga una pequeña inversión para construirles bonitas barracas. Puede usted utilizar, por ejemplo, el estacionamiento (que ya no se utilizaría, puesto que los nuevos esclavos no necesitan de automóvil), y utilizar las cajas de cartón de reciclaje o las maderas de los contenedores de mercancía como materiales. Todo es cosa de inventiva, que por supuesto, a usted le sobra. Con respecto a los gastos, no se apure. Podemos sugerir (o sea, ordenar) a los diputados y senadores a aprobar una ley que indique que los gastos relacionado con la construcción de las barracas sea deducible de impuestos o, mejor aún, que lo pague el propio gobierno por medio del INFONAVIT. Digo, finalmente, entre el medio metro cuadrado que le tocaría a cada nuevo esclavo en las barracas y sus chiquidepartamentos en Tecamac o Coacalco  no hay mucha diferencia.
3)    Alimentación. Con respecto a la comida, no se apure. Olvídese de comedores corporativos o de cocinetas, de tuppers con milanesas y de secretarias engullendo tortas en su escritorio, manchando el sacrosanto equipo de trabajo. Le puede comprar a McDonalds o a Domino´s Pizza los sobrantes del día y con ellos alimentar a sus esclavos. Si le preocupa que le duren más puesto que las pizzas y las hamburguesas les pueden acortar el tiempo de vida útil, puede ir a la Central de Abastos a recolectar gratuitamente la sobra de legumbre y proveerlos de las vitaminas y minerales que requieren para tener el máximo desempeño.
4)    Especialización. A estas alturas, sabemos que usted se dice: “bueno, eso está bien para cierto tipo de empresas, pero la mía es de computación/ diseño industrial/ tecnología/ ensamble de maquinaria. Yo necesito personal muy especializado y ese modelo no me sirve”. Piense por un momento en las posibilidades: en lugar de mantener un engorroso y paquidérmico departamento de Recursos Humanos, lo único que tiene que hacer es ir a recolectar al esclavo de su medio natural. Por ejemplo, si su empresa es de TI y tiene un proyecto para desarrollar un sistema operativo, puede ir a la universidad más cercana y comprar a toda la generación saliente de ingenieros en informática o licenciados en sistemas. Ganado nuevecito, listo para trabajar veinte horas seguidas por tres McTrios y un refresco extragrande. Y si acaso alguno de ellos le sale defectuoso remolón, o con intereses artísticos, bien puede vendérselo en saldo a su amigo el de la empresa de construcción para que lo pongan a cargar ladrillos y construir segundos pisos, nomás para que aprenda a respetar.  En ese sentido, prefiera usted a los egresados de las universidades privadas, quienes ya vienen adiestrados de antemano. 
5)    Multihabilidades. La reforma actual hace mucho hincapié en que el personal a contratar debe tener múltiples habilidades. Con la reforma proesclavitud que le proponemos eso se hará realidad: imagine a su personal, durante el día, realizando análisis financiero; en la tarde, preparando tortas para vender en los cruceros y por las noches recolectando latas de aluminio para vender a los recicladores. Así, el esclavo, contribuiría a su manutención (cual debe ser).
6)    Nuevas oportunidades de negocio. Y por último, aunque no menos importante: el esquema propuesto le abriría nuevas oportunidades para obtener pingues ganancias: la trata de esclavos. Imagine: en lugar de tercerizar su área de logística, bien puede venderla a una empresa especializada (de un amigo suyo), para que sean sus mismos esclavos los que le sigan trabajando al tiempo que obtiene bonitas ganancias por la operación. En lugar de las múltiples exposiciones inútiles en el World Trade Center o en el Centro Banamex, se pueden organizar grandes ventas  de esclavos en donde cada caballero de industria oferte lo mejor de su ganado. Imagínese: todos sus empleados/esclavos desnudos, en pasarela, con su curriculum vitae sobre sus partes pudendas (familias incluidas, por supuesto. Recuerde que todo lo que nazca en sus cuadras es suyo). Sólo una recomendación: para marcarlos, utilice tatuajes o hierros discretos, pues es muy incómodo ver todas las marcas que en la piel tiene uno de esos esclavos que ha cambiado tantas veces de empresa que ya hasta parece mara salvatrucha. Recuerde, la clase ante todo.
Así que, amigo empresario, no todo tiempo pasado fue peor. (es más, ningún tiempo pasado lo es), si usted nos apoya en esta reforma, váyase visualizando como esos elegantes cavaliers del sur de Estados Unidos, que plácidamente tomaban limonada mientras observaban a sus multitudes de negros recolectando algodón. Con la novísima reforma proesclavitud, olvídese de contratos a prueba, capacitaciones,  Conciliaciones y Arbitrajes, abogados laborales y otros lastres. Así, en lugar de todo ese infernal papeleo, sólo tendrá que preocuparse por el documento que realmente valdrá de un esclavo: la factura (con IVA desglosado, but of course)

Todo sea por llevar a nuestro México al Primer Mundo (aunque pasemos primero por el inframundo, pos que).

Omar Delgado
2012

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