martes, octubre 09, 2007

De tu querida presencia...

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Ernesto:
Te escribo estas líneas, a sabiendas de que no las podrás leer; con plena conciencia de que te apagaron los ojos a balazos, hace cuarenta años, en un pueblo olvidado de Sudamérica.
Parece tan poco... Sólo cuatro décadas, menos de medio siglo, una nimiedad en términos históricos. Y sin embargo, si siguieras vivo, te asombrarías de lo tanto (¿O tan poco? ) que ha cambiado el mundo. Caminamos en un baldío lleno de revoluciones fracasadas, transformaciones permutadas al mejor postor; de antiguos libertarios venidos a burócratas; de guerrilleros transmutados en comediantes de quinta (con pasamontañas en lugar de nariz roja), de luchadores sociales a los que les dio por padrotear sus causas, de sueños de justicia hechos añicos. El hombre nuevo se ha tardado en venir. Seguimos siendo esa vieja humanidad que conociste, tan timorata y perdida, tan egoísta e indiferente.
Se nos perden a veces los sueños, Comandante. De cuando en cuando parece que se nos agota la fe. La inmensa mayoría se fue a ver el futbol y a votar por las oligarquías. Unos cuantos quedamos de pinches necios.
Cuanta falta nos has hecho.
Cuarenta años hace ya desde aquella mañana en la que preferiste un agujero en la nuca a renunciar a tu sueño, a aquel mundo justo y claro en el que tan vehemente creías, a aquel que intentaste construir en la Isla, y que trataste de diseminar por toda latinoamérica. Paradójico: uno de esos a quienes querías emancipar, uno de aquellos por los que estabas peleando, fue el que te mató. Fueron algunos de esos pobres que tan profundamente amabas aquellos que, en casaca militar, te arrancaron de la selva y te enviaron a la eternidad.
Quizá si hubieras vivido más tiempo, te hubieras degradado. Te hubiera crecido la barriga y el cinismo, y quizá en este momento estarías detrás de un escritorio de cedro, enfundado en un traje italiano, desdiciendote de tus revoluciones e ideales. Quizá, pero quizá no. Probablemente seguirías en campaña, con tu mochila llena de medicinas y poemarios; con la casaca repleta de municiones y el corazón lleno de utopías. Si... me gusta más pensarte así.
¿Sabes, Ernesto? En ocasiones flaqueamos. Andamos a veces tan saqueados de esperanza... Y sin embargo, tú eres uno de los que nos mantiene firmes. Cuando la duda y la desazón nos rompen el alma, sólo nos hace falta ver tu foto, esa que grabó tu rostro en la historia. Ahí te apreciamos con el rostro serio, viendo hacia un horizonte al que intentas llegar; es probable que, en el momento en el que te la tomaron, estuvieras vislumbrando esa sociedad más justa y menos jodida, esa por la cual diste el aliento.
Por fortuna, algunas de las semillas que arrojaste no cayeron en roca. Ahí esta Venezuela y su revolución Bolivariana; ahí está Bolivia (el país que fue tu patíbulo), gobernada por un hijo de la América india y en camino a su libertad.
Puede que estos brotes se pudran, como tantas otros; puede que no. De todos modos, aquí seguiremos, Comandante. Tu nos sigues guiando.
Hasta siempre.




Omar Delgado
2007

2 comentarios:

B West dijo...

Ernesto, tan bonito personaje que con el paso del tiempo no llegó a ser más que eso.

Ay, soy pesimista en cuanto a lucha social se refiere, pero que quieres, Amor, sí el activismo me dejó mal sabor de boca.

Siempre me han gustado más los que prefieren hacer el amor antes que la guerra, los que buscan la paz desde el arte y no en las trincheras... quizá es que soy demasiado romántica y aún creo que algún día los humanos se volverán seres.


dejame seguir soñando con tu voz que me quema, como pensaba xavier.

ay, ya pues. te espero. BESOS.

Antero dijo...

Bonito y sincero homenaje al Che Guevara en el 40 aniversario de su asesinato.

Pero también estoy de acuerdo con berenoise, las revoluciones se hacen buscando la paz desde la cultura y la educación

Saludos