jueves, septiembre 06, 2007

La fiesta del Chivo

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1996. Urania Cabral, hermosa y amarga mujer de 49 años, regresa a su natal República Dominicana para visitar a su padre, Agustín "Cerebrito" Cabral, antiguo ministro del régimen de Rafael Trujillo. Ella es una exitosa abogada que radica en New York, que trabaja en un organismo internacional y que tiene un amisajo de resentimiento en la entraña, uno de esos que sólo puede ser vomitado frente a quien se lo causó. En ese viaje, Urania se encuentra consigo misma, con su moribundo padre, con su familia, pero sobre todo, con el recuerdo del que, por décadas, fuera el señor de horca y cuchillo de su país.
Treinta y cinco años antes, un grupo de militares y políticos conspira para matar al mismo hombre. Ese mítico dictador, apodado El Chivo por su legendaria potencia sexual, ese que nunca sudaba y que seguía controlando a la República a través del presidente de opereta Balaguer. En la novela, se narra como, una vez muerto el Chivo, el presidente fantoche deja su condición, como crece hasta convertirse en el mandatario que hará posible la transición del país hacia la democracia.
Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936), logra trenzar con maestría estas dos historias (Ficticia la de Urania; histórica la de los conspiradores), para unirlas en un sólo punto: Trujillo. El autor peruano hace posible la recreación narrativa de ese periodo de la sociedad dominicana, del magnicidio, de sus protagonistas y de las subsecuentes negociaciones de los políticos dominicanos (muy especialmente, las de Balaguer), que perimitieron superar la tiranía del Chivo. La pluma de Vargas Llosa le da voz a todos los participantes, incluyendo al mismo Rafael Trujillo, haciendolos perfectamente creíbles y humanos. De manera habil, La fiesta... desentraña los mecanismos del poder en la dictadura, los entretejidos y complicidades que hicieron que un hombre como El Chivo, en apariencia tan insignificante, pudiera encantar -y someter- a toda una nación por más de tres décadas.



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Son de sobra conocidas las inclinaciones políticas del autor peruano hacia ese adefesio que nos venden como democracia liberal; también son sabidas sus fobias hacia el comunismo (y la izquierda en general), y su apenas disimulada admiración por el régimen estadounidense. Sin embargo, es de agradecer que el Vargas Llosa político se logre disociar del Vargas Llosa literario, pues logra crear un retrato perfectamente equilibrado del tirano: fuerte, autoritario, cruel, y al mismo tiempo tan frágil al tomar conciencia de sus propias limitaciones (Cuando ni siquiera puede contener su orina o tener una erección); excelente también, el retrato de la figura de Johnny Abbes, siniestro jefe de inteligencia del Chivo, quien representaba el rostro más brutal del régimen trujillista, de su mano izquierda, con sus torturas, sus prisiones y sus ejecuciones extrajudiciales.
El oficio literario del peruano es evidente y disfrutable. Las reflexiones de Urania, tan dolorosas, alcanzan la contundencia que tienen gracias al uso de la segunda persona; el narrador avec, el cual estructura toda la historia, hace posible el ver los movimientos de los protagonistas. Gracias a estor artilúgios, podemos saber sus más profundas emociones mientras los vemos hacer las labores más mundanas; gracias a la maestría del autor, esos personajes, que bien podían caer en los estereotipos del folletín, quedan entrañados en la memoria del lector.
Omar Delgado
2007
Ficha técnica:
VARGAS, Llosa, Mario. La fiesta del Chivo.México, D.F., 2006. Editorial Punto de lectura.
ISBN:978-970-770-771-9

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