martes, junio 14, 2005

El reino del cielo y de Ridley Scott



Espadas en el cine.

En medio de todos los blockbusters de verano y su casi infumable trama es agradable ver una película como Cruzada (kingdom of heaven. Ridley Scott. 2004), cinta en donde, sin dejar a un lado la lógica de la superproducción, es posible ver un discurso político y de vida de su director.

Scott tiene en su haber algunas de las películas emblemáticas de los últimos 20 años, tales como Blade Runner, Alien, Gladiator, entre otras. A pesar de que su obra es dispareja en cuanto a calidad puede ser considerado como uno de los realizadores más importantes de finales del siglo pasado y principios del presente. Kingdom of heaven (2005), es su última obra, basada en una historia que ocurre entre la segunda y la tercera cruzada de la cristianidad.

El herrero que fue caballero.

Muchos personajes, algunos ficticios, algunos que históricamente existieron, convergen en la película de Scott. En ella el personaje principal es Balian, (Orlando Bloom) herrero frances herído por una tragedia, al cual llegan buscando algonos caballeros cruzados. Uno de ellos es su padre, Godofredo de Ibelin (Liam Nesson), y lo lleva con él a Jerusalem, donde tratará de encontrar la redención.

Lo primero que salta a la vista es el parecido que tiene Balian de Ibelin con otro de los personajes de Scott: Maximus, el general romano que llegará a ser gladiador y a pelear en el circo romano. Ambos hombres viven un duelo muy hondo, los dos han perdido a su familia (El primero por la muerte del hijo y el suicidio de la esposa, el segundo por que su familia es masacrada por órdenes del emperador Cómodo). Ambos personajes, a raiz de su tragedia, tienen motivaciones emocionales profundas, pero cuando en el gladiaror esta motivación era la venganza, en el segundo es la búsqueda de redención.
Balian de Ibelin sufrirá una transformación conforme llega a Jerusalem y se pone a las órdenes de Baladino IV (Edward Norton) y el consejero de éste, Tiberias (Jeremy Irons). Pronto se verá envuelto en las maniobras políticas que rigen a Jerusalem. Mientras Baladino IV, el monarca leproso, busca la paz con los árabes, comandados por Salah ad din (Ghassan Massoud), los templarios, guiados por Guy de Laisignac (Marton Csokas) , tratarán de provocar la guerra con el Islam. La guerra se desata cuando muere el rey, y Guy es elegído Monarca de Jerusalem.EL nuevo rey provoca una guerra que rápidamente pierde y la ciudad santa es sitiada por los 200000 soldados del ejército musulman. Le tocará entonces a Balian de Ibelin organizar la defensa de Jerusalem contra el ataque de los árabes.

No todos los moros son Osama

Lo primero que salta a la vista es el respeto con el que Ridley Scott trata a los musulmanes. Retrata a Salah ad din -hispanizado como Saladino-,como lo que fue: el caudillo y genio militar y político más grande que ha tenido el Islam. Otros personaje son también tratados con respeto, como el caballero musulman al que Balian le perdona la vida, y que después le volverá el favor al antiguo herrero. Este tratamiento del Islam por parte del director lo hizo merecedor de muchas críticas, principalmente de los sectores ultraconservadores estadounidenses, esos mismos que masacran en este momento a mujeres y niños en Irak y Afganistan.

Otro punto a resaltar es el mensaje de tolerancia y aceptación-de-lo distinto con el que Scott matiza toda la cinta: Balian se da cuenta de que los rezos del moro son iguales a los cristianos; la relación entre el rey Baladino y Salah ad din es respetuosa, de dos titanes que se aprecian (Esto es remarcado cuando el caudillo del Islam le ofrece sus médicos al rey leproso); esa misma relación hallamos entre Balian y el musulman al que le perdonó la vida. Para Scott, hay fanatismo en ambos lados: son los templarios quienes provocan al árabe, quienes desembocan la guerra con él, pero también es el Imán y consejero de Salah ad din el que le exige la toma de Jerusalem y la matanza de sus habitantes. Balian da cuenta, como defensor de la ciudad santa, de que no son los edificios y las piedras lo sagrado en Jerusalem, sino la gente: es a esta a la que defiende, a la que pretende salvar aunque la mezquita, el sepulcro y el muro sean destruidos.

Balian tambien se parece a Maximus en otro sentido: el de la renuncia al poder. Los heroes de Scott huyen del poder terrenal para conservar su humanidad. Ambos son hombres humildes, que anhelan vidas simples y a los cuales el destino ha puesto en la situación de poder gobernar reinos enteros. Ambos rechazan ese ofrecimiento. El símbolo del poder como mujer seductora es evidente en las dos cintas. En Gladiador, es la hermana de Cómodo quien simboliza Roma, y quien trata de seducir al general romano. Para Balian, será Sybilla quien le ofrecerá su lecho y el trono de Jerusalem.

De como hablar de política y ganar millones de dólares.

Es así como Ridley Scott, sutilmente, pone un dedo en dolorosa llaga. Por medio de una superproducción logra lanzar algunos dardos al expectador y a la situación en el medio oriente, e incluso, llega a cuestionar sobre la naturaleza de la religión y del fanatismo, o de la búsqueda del poder. La película tiene sus defectos, sin embargo, resulta estremecedor pensar en la posibilidad de lo que algún otro director hollywodense (como Jerry Buckheimer, Michel Bay u otro realiza-esperpentos del tipo) hubiera hecho con el mismo guión: Unos templarios prístinos de lo piadosos, un Salah ad din al que solo le hubiera faltado caminar como Bela Lugosi, y unos árabes dispuestos a comerse a los niños de Jerusalem bien asados. Es una suerte que fuera Sir Ridley Scott quien la narró como una historia bien contada, y además, con fondo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente resumen. Me gustaron las asociaciones entre Maximus y Balian. No las había notado pero ambos personajes me cayeron muy bien. Dos grandes películas también, al igual que Blade Runner.