jueves, mayo 10, 2018

CHILANGHADAS



Reseña del libro “Hadas en Chapultepec” 
de Medardo Landon Maza Dueñas

Cualquiera que se haya dedicado al oficio de las letras en México 
sabrá que, en general, los escritores del país se toman demasiado en 
serio, pues consideran que su obra puede tener un impacto social 
más allá del simple aporte estético de una buena novela o un 
excelente libro de relatos. Creen que la literatura puede cambiar la 
realidad, o bien cuajar los valores comunitarios con el fin de hacer 
de México un mejor país. Quizá por ello, la inmensa mayoría de los 
hacedores de literatura del país han despreciado con crueldad 
cualquier cosa que huela a subgénero. Por ejemplo, el policiaco 
apenas está siendo aceptado –y ejercido–, por un considerable 
sector de las letras mexicanas más por su probada rentabilidad que 
por sus virtudes estilísticas. La literatura fantástica, por otro lado, 
es ejercida por un pequeño grupo que se autoalimenta y que parece 
más una secta que un grupo de creadores. Ni que hablar de la 
literatura férrica, poblada de elfos, ogros, trasgos y orcos. En la 
inmensa mayoría de los casos, las editoriales y dictaminadores de 
concursos la desechan sin siquiera leerla.
La fantasía a la Tolkien, que se nutre de las mitologías nórdicas y 
celtas, pareciera ser un fenómeno tan extraño a la literatura 
mexicana que pareciera que el sólo mencionarlo suene a disparate. Después de todo, en la América Latina tenemos nuestra propia 
vertiente literaria fantástica: el realismo mágico, y además, contamos con una rica tradición oral en donde se pueden decantar todos los delirios nocturnos tales como fantasmas, duendes y diablos. Por otro lado, nuestra muy chauvinista manera de ver las letras haría que la mayoría de los escritores repudiara a los seres Tolkinianos por ser extranjerizantes y no endémicos a nuestra imaginación. Así, vapuleados por tiros y troyanos, los escritores férricos del país han vagado de puerta en puerta esperando alguien que aprecie su obra.
Es por eso que la obra de Medardo Lando Maza Dueñas (Texcoco, 1973), es al mismo tiempo excentrica que valiosa. En primer lugar, el autor texcocano no renunció a sus lecturas de infancia y juventud para poder nutrir su obra, sino que, más bien, las resignificó, mezclando seres provenientes de la mitología tolkineana con entidades de otros paises y mitologías, haciendo de su propio mundo férrico una verbena popular: Imps luchando contra nahuales, lloronas comadreando con elfas oscuras, chaneques sacándoles la cartera a borrachos trolls son habituales en sus páginas. Cualquiera pensaría que toda esta mezcla produciría una obra indigesta y malsana: muy por el contrario, gracias a la maestría de Maza Dueñas, quien sabe entretejer sus historias en narraciones de futbol, pregones de ropavejero y discursos políticos, su obra es altamente disfrutable. En lugar de crear un lenguaje propio, como lo hizo en algún momento el profesor Tolkien, Maza Duñeas se apropia del caló de las calles para inocularlo a sus guerreros, magos y demonios, lo cual los acerca al corazón mismo de la identidad mexicana.
Hadas en Chapultepec, libro que obtuvo mención honorífica en el concurso de relato Ignacio Manuel Altamirano, consta de dos historias largas que articulan, a su vez, una historia mayor. El protagonista es Merdo, un mördyn exiliado de la comarca de “El señor de los anillos” y obligado a caminar en el hervidero de seres sobrenaturales que habita el subsuelo de la ciudad de México: naguales, chaneques, tlaloques y alushes que sobreviven transando al mejor postor. Merdo pierde sus memorias y termina viviendo a espaldas de la Academia de San Carlos, en donde descubre que dos de sus compañeras de calle, un travesti valiente como un caballero, y una diáfana niña de la calle que habita entre los árboles, son más de lo que aparentan. Juntos, se dirigirán a una expedición dentro del corazón mismo del bosque de Chapultepec para participar en una cónclave que definirá el destino no sólo del mundo férrico, sino de todos los habitantes del globo.
Escrita con desparpajo no peleado con la precisión, Hadas de Chapultepec es una bocanada de frescura a un ambiente literario que, de tan cerrado en sí mismo, ya huele a acedo.
Imperdible su lectura.

Omar Delgado

2018

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