Decálogo del ecologista extremo
Coincido totalmente con la bella Dolores Garibay, quien afirma en todos los foros en donde se presenta habitualmente, (cantinas, bares y pulquerías), que tener niños y donar órganos son actividades antiecológicas. Efectivamente, cualquier actividad que promueva de alguna manera a perpetuar al género humano sobre la faz de la tierra está en contra del buen funcionamiento del cosmos y opera negativamente a los intereses de nuestra madre Gea.
Aceptémoslo con valentía, más allá de los polímeros, el monóxido de carbono y los aerosoles, la raza humana es lo más antiecológico que hay.
Por lo mismo, propongo un plan ecológico capaz de restaurar el equilibrio de nuestro planeta, totalmente alejado de las joterías de los greenpeacecitos que salvan lagartijas y de los políticos que se asumen como ecologistas y que lo único que protegen es a ciertas especies de parásitos (como ellos mismos, por ejemplo).
Ahí van los pasos:
1º Vamos a chingarnos todos, pero todos los árboles, pues ensucian y no nos dejan ver los hermosos edificios de concreto. Vamos a hacer cálidas fogatas en cada esquina y compremos treinta pinos de navidad cada mes. Cubra los antiguos bosques con placas de concreto para construir estacionamientos. Hagamos del amazonas un gigantesco Mall y de la selva lacandona un maravilloso émulo de Six Flags.
2º Exterminemos, pero a la voz de ya, a todos los pinches osos polares, elefantes, rinocerontes, jaguares, cocodrilos, tigres siberianos y demás bichos en peligro de extinción. Agarremos a batazos a todas las chingadas focas del ártico y asemos con lanzallamas a todas las mariposas monarca que lleguen a Michoacán. Pensemos un momento en algo: en trescientos años, cuando la raza humana haya desaparecido, el calentamiento global y la falta de agua potable hará que el mundo sea inviable para dichos animales, por lo tanto… ¿Para qué los dejamos vivos? Matarlos sería un acto de eutanasia. (Además de que ya estoy cansado de sentirme culpable por usar mi chamarra de piel de ocelote y mis bastones de cuerno de narval).
3º Saquemos todo, pero todo el petróleo, incluso de los yacimientos que están en esas hermosas zonas protegidas que jamás visitaremos por jodidos. Perforemos y saquemos hidrocarburos del planeta hasta dejarlo como esponja, y si se incrementan los derrames de crudo en las costas. ¿Cuál es el pedo? Además, ¿Quién les manda a las pendejas focas vivir por donde pasan los barcos petroleros?
4º No nos preocupemos por la capa de ozono y otras mamadas. Si sube el nivel de las aguas, hay que pensar que tendremos las playas a dos horas de la ciudad de México, en lugar de las cinco actuales. Además… ¿Qué desparecen los glaciales? ¡Que se fundan los cabrones! ¿No que nos hace falta agua dulce?
5º Ya no nos sintamos culpables por usar plásticos, que se derivan de los hidrocarburos y que son, finalmente, productos naturales. Tenemos un chingo de mares en los cuales tirarlos. ¿Qué no son biodegradables? No hay pedo, recuerde usted que los delfines y las tortugas que se comen las bolsas y los pañales desechables si lo son. Y si usted tiene remordimientos, remítase al punto dos.
6º Al contrario de lo que afirma la bella Garibay, considero que tener hijos ayuda a la ecología. Por lo mismo, tenga niños, muchos niños, hartos niños, unos quince o dieciocho como mínimo. Recuerde que, cuando se acaben las tierras cultivables y los ganados y haya escasez de alimentos, se los podrá comer. Recuerde: no es un hijo, es una inversión (y unos futuros mixotes).
7º Hablando de alimentos… Hay que dejar de utilizar los cereales como alimento ¡Hagámoslos gasolina! (¡Coño!… Esta ya me la ganaron)
8º Si todo este caos ecológico lo ha causado un sistema económico depredador que engulle los recursos naturales del mundo, no se olvide de votar en las elecciones de su país por políticos que abanderen y promuevan dicho sistema económico. Si hay algún líder en su país que utiliza las hojas del protocolo de Kyoto cada vez que va al inodoro, recuerde apoyarlo con su voto. Si el planeta está en tal deplorable estado gracias a compañías globales que se pasan por el arco del triunfo las disposiciones ecológicas, defienda usted a capa y espada los intereses de dichas empresas. Finalmente ¿No quisiera usted ser como sus dueños? ¿No haría exactamente lo mismo de estar en su lugar?
9º Cuide a las ratas y a los perros. Es probable que sean las razas que evolucionen una vez que el humano haya desaparecido de la creación y no sería raro que alguna futura civilización canina halle su foto y lo considere dios.
10º Reivindique a esos grandes e incomprendidos ecologistas que fueron Adolf Hitler, Joseph Mengele, Harry Truman, George Bush (padre e hijo), Saddam Hussein, Maximilian Robespierre, Richard Nixon, Catalina la Grande, Pedro de Alvarado, Gengis Kahn, Francisco Pizarro, Vlad Tepes, Joseph Stalin, y tantos otros benefactores del planeta. (Nombres sobran y monumentos faltan)
Si toda la humanidad sigue todos estos pasos, la tierra estará totalmente agradecida. El ser humano, que actualmente tiene como máximo trescientos años de existencia más, desaparecerá sin dejar rastro en menos de dos décadas. El planeta podría curarse y retomar su equilibrio en algunos siglos, ya sin el lastre del homo sapiens. Nuevas especies surgirían y el ciclo de la vida volvería a la normalidad.
(Claro, hasta que surja alguna otra especie listilla que joda todo)
Omar Delgado
2008
1 comentario:
Yo agregaría un punto más al decálogo (que ya no sería decálogo, sino... ¡chingao! se me fue la palabra... ¿undecálogo? no, creo que no; bueno, como fregados se le llame a un manifiesto de 11 puntos)
11.- Haga experimentos genéticos, no sólo con la comida, sino con animales o cualquier ser vivo. Inserte genes de clorofila en embriones humanos para que nazcan niños verdes, un color que, si se sigue al pie de la letra este endecálogo (¡ya me acordé de la palabra!), no volverá a verse en el medio ambiente. Y a lo mejor en una de esa logramos crear una raza más chingona que pueda acabar con el planeta y con nosotros de manera más rápida y efectiva.
Besos chilangos
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