Captura de Cuauhtemoc
Hay algo que no me acaba de gustar con respecto a nuestro panteón de héroes patrios, pues los mexicanos tenemos la peculiar costumbre de ensalzar más a aquellos hombres a quienes la fatalidad hizo notables que a aquellos que sobresalieron por sus méritos. En otras palabras, muchos de nuestros prohombres son aquellos que perdieron con honor. Finalmente, los héroes trágicos, que son inmolados en la flor de la vida, siempre tienen rating (y si no me creen, nomás vayan a Iztapalapa el siguiente viernes santo). Además, si a un procér de la nación le da por vivir demasiado tiempo, corre el riesgo de volverse villano. (Ahí están don Porfirio Díaz y el subcomediante Marcos para decírnoslo). Es mejor morir joven, bonito y valiente, y así ganarse uno su estatua en el paseo de la Reforma.
Tomemos, por ejemplo, a Cuauhtemoc (1496-1525), el último gobernante mexica. A él se le recuerda y admira por su gallardía ante la caida de Tenochtitilan y posterior conquista española. El príncipe Tlatelolca llegó al poder en el momento en el que la guerra en contra de los españoles ya estaba perdida. Recordemos. Luego de la batalla de la noche triste (30 de junio de 1520). Cuando las tropas de Cortés fueron casi exterminadas y expulsadas de Tenochtitlan, parecía que el imperio tenochca había ganado definitivamente la guerra. Por desgracia, entre los muchos bichos que traían los españoles del viejo continente venía la viruela, enfermedad que hizo estragos entre la población nativa. Aquella aparente victoria del 30 de junio pronto se convirtió en el inicio de una peste que exterminó a más de la mitad de la población de Tenochtitlan, incluyendo al predecesor de Cuauhhtemoc, el Tlatoani Cuitlahuac (1476-1520), gran estratega militar a quien la epidemia se llevó demasiado rápido. Cuauhtemoc, un joven valiente pero inexperto, llegó al trono de un pueblo diezmado, temeroso y fragmentado. A pesar de los tropiezos que tuvo, Hernán Cortés pudo reagruparse y planear la estrategia que finalmente lo llevaría a conquistar el imperio mexica en agosto de 1521. Cuauhtemoc fue capturado tratando de huir y, cuenta la historia, al ser presentado a Cortés, le tendió un cuchillo de pedernal para que lo matara con él. El hispano, son embargo, no lo hizo. Lo mantuvo como prisionero, le quitó a la esposa, lo torturó y finalmente lo ejecutó en una expedición al sur en 1525.
Tomemos, por ejemplo, a Cuauhtemoc (1496-1525), el último gobernante mexica. A él se le recuerda y admira por su gallardía ante la caida de Tenochtitilan y posterior conquista española. El príncipe Tlatelolca llegó al poder en el momento en el que la guerra en contra de los españoles ya estaba perdida. Recordemos. Luego de la batalla de la noche triste (30 de junio de 1520). Cuando las tropas de Cortés fueron casi exterminadas y expulsadas de Tenochtitlan, parecía que el imperio tenochca había ganado definitivamente la guerra. Por desgracia, entre los muchos bichos que traían los españoles del viejo continente venía la viruela, enfermedad que hizo estragos entre la población nativa. Aquella aparente victoria del 30 de junio pronto se convirtió en el inicio de una peste que exterminó a más de la mitad de la población de Tenochtitlan, incluyendo al predecesor de Cuauhhtemoc, el Tlatoani Cuitlahuac (1476-1520), gran estratega militar a quien la epidemia se llevó demasiado rápido. Cuauhtemoc, un joven valiente pero inexperto, llegó al trono de un pueblo diezmado, temeroso y fragmentado. A pesar de los tropiezos que tuvo, Hernán Cortés pudo reagruparse y planear la estrategia que finalmente lo llevaría a conquistar el imperio mexica en agosto de 1521. Cuauhtemoc fue capturado tratando de huir y, cuenta la historia, al ser presentado a Cortés, le tendió un cuchillo de pedernal para que lo matara con él. El hispano, son embargo, no lo hizo. Lo mantuvo como prisionero, le quitó a la esposa, lo torturó y finalmente lo ejecutó en una expedición al sur en 1525.
Suplicio de Cuauhtemoc
Cuahutemoc aguantó vara como los meros machos. No aflojó el tesorito sumergido y se mantuvo digno ante las mútliples vejaciones a las que lo sometieron los conquistadores. Sin embargo, el fue un caso excepcional, pues la mayoría de los nobles mexicas, totonacas, tlaxcaltecas y tarascos se aprestaron a colaborar alegremente con el invasor. Muchos de ellos pidieron ser bautizados bajo la nueva fe y comenzaron a utilizar los ropajes de sus nuevos amos. (Incluso uno de los descendientes del rey poeta, Nezahualcóyotl, Fernando de Alva Ixtlixochitl, escribió una crónica de la conquista donde denosta a su pueblo y ensalza a los hispanos). Es decir, que mientras al Cuauh le quemaban las patas, los demás príncipes mexicas le pasaban la leña a los torturadores.
Batalla del castillo de Chapultepec
Otro caso paradigmático de ilustres perdedores son los Niños Héroes, cuya machacona historia nos fue repetida hasta el cansancio por las maestras de primaria. Recordemos: el 13 de septiembre de 1497, en plena invasión estadounidense, se encontraba la guarnición del colegio militar en el Castillo de Chapultepec. Muchos de los cadetes no pasaban los veinte años, y algunos incluso, ni siquiera llegaban a los quince. Dias antes, a las faldas del cerro, el batallón activo de San Blas, comandado por Felipe Xicotencatl, había sido exterminado por los mejor equipados soldados norteamericanos. A Xicotencatl, un militar curtido y entrón, lo habían abandonado con un puñado de hombres para defender la plaza y, por más que mandaba mensajes acerca de su desesperada situación, jamás tuvo respuesta del general Santa Anna (Presidente del país en ese momento). Finalmente, los norteamericanos entraron al castillo, y los cadetes, muchos sin la preparación adecuada, tomaron sus fusiles para defenderse. Evidentemente, fue una matanza. De todos aquellos chamacos combatientes se recuerda con especial cariño a seis: Agustín Melgar, Vicente Suarez, Juan de la Barrera, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca y, muy en especial, al aeronauta Juan Escuta.
Aunque actualmente se duda incluso de su existencia, los distintos gobiernos de México (panistas y priistas) no se han cansado de ensalzar la valentía desesperada de los cadetes de Chapultepec. Lo que no se dice en voz alta es que los norteamericanos llegaron hasta el castillo gracias a la negligencia de Santa Anna y sus altos mandos, que el comandante de la guarnición, José Mariano Monterde, no estuvo en la batalla debido a “un dolor estomacal”, que la defensa del castillo estuvo a cargo de un profesor de artillería, que el citado profesor pidió permiso a Nicolas Bravo, el otro comandante del castillo, para retirarse con los cadetes, mismo que le fue denegado. Tampoco se dice, por ejemplo, que entre los defensores del castillo estaba un jovencísimo Miguel Miramón, quien a la postre se convertiría en la mano derecha de Maximiliano de Hasburgo. Pero lo que jamás se comenta es que la oligarquia mexicana (el clero, los terratenientes, los herederos de los criollos), estaba encantada con la invasión y que quería ser anexada por los Estados Unidos. Incluso, días después de la defensa del Castillo, los miembros más ilustres de la socialité mexicana ofrecieron una cena al general invasor, Winfeld Scott, a pocos metros de donde se encontraban los restos de los defensores de Chapultepec.
Hablando de la invasión norteamiericana, hay que recordar con especial cariño a otro looser que nos dió patria: el general don Pedro María Anaya, defensor del convento de Churubusco, quien peleó con furia contra los invasores, manteniéndolos al margen hasta que se le acabaron las balas y la pólvora. Cuando finalmente tuvo que entregar la plaza, nos dejó la excusa más heróica de la historia de la humanidad cuando le dijo al comandante norteamericano: “Si hubiera parque (munición), no estaría usted aquí”.
Francisco I. Madero
Otro ejemplo clarísimo del martirológio patrio es Francisco I. Madero. (I see death people), Terrateniente oriundo de Coahuila y educado en las mejores escuelas extranjeras, panchito inicia su carrera como opositor en 1904 en un círculo liberal y en 1909 funda el Partido Nacional Antireeleccionista, con el que se postuló como candidato la presidencia en 1910. Alarmado por la popularidad que estaba adquiriendo, Diaz lo manda encarcelar en la ciudad de San Luis Potosí. Sin embargo, logra escaparse a Estados Unidos y desde ahí promulga el Plan de San Luis, que llamaba a sus simpatizantes a levantarse en armas el 20 de noviembre de ese año.
La subsecuente revuelta ocasiona que el dictador (pero anterior héroe), Porfirio Díaz, se exiliara en París. Madero asume la presidencia y durante año y medio ejerce un gobierno titubeante, que no satisfacía ni a Tirios ni a Troyanos. Las revueltas de gente desilusionada con Madero (especialmente las de Emiliano Zapata y Pascual Orozco) comenzaron a desestabilizar el país, y Madero le encargó al general Victoriano Huerta el sofocarlas. Lo que no sabía el buen Madero es que Huerta conspiraba tanto con Felix Díaz como con H.L. Wilson, embajador de los Estados Unidos, para derrocarlo.Al final, lo traiciona dando un golpe de estado conocido como la decena trágica. Huerta manda encarcelar al presidente y ordena que se le asesine de manera artera junto con el vicepresidente José María Pino Suarez el día 22 de febrero de 1913.
Panchito Madero, llamado el Apóstol de la democracia, es el ejemplo perfecto del cándido voltaireano: de baja estatura , expresión bonachona y caracter afable, don Panchito jamás se percató de que estaba nadando entre tiburones. Como candidato y cabeza rebelde las masas lo siguieron, pero como presidente pronto las desilusionó por su falta de carácter. El chaparritobuenaonda pronto se convirtió en enanopendejo, y las aves de presa comenzaron a rondarle. Aunque, en honor a la verdad, hay que decir que don Panchito no se ayudaba mucho. Incluso cuando el golpe y la traición de Victoriano Huerta eran más que evidentes, el siguió confiandole su seguridad. El precio que pagó por su ingenuidad fue altísimo: su hermano Gustavo fue martirizado brutalmente en la Ciudadela, sus hombres más fieles (Como el legislador Belisario Domínguez), fueron asesinados a mansalva, y el mismo, acribillado a las espaldas del penal de Lecumberri. Lo peor fue que luego de su asesinato, el país se vio envuelto en una vorágine de violencia que no paró en más de veinte años. Ahora se ensalza a don Panchito, pero lo cierto es que durante su presidencia fue aborrecido por todos; que las clases altas (y muchos miembros del pueblo), apoyaron a Huerta en su golpe, y que, finalmente, la revolución iniciada por él quedo en manos de... generales que anteriormente habían servido a Porfirio Díaz.
Francisco Madero en campaña presidencial (1910)
Nuestra historia está llena de ejemplos de este tipo: héroes que luchan con todo en contra de fuerzas superiores a ellos, y que cuando pierden, pierden con honor desesperado o van al matadero con expresión de estampita de santoral mientras algunos vivales, tras bambalinas, explotan con éxito su sacrificio. Lo paradójico de nuestra historia es que quienes la han escrito en realidad son los traidores, no los héroes. Mientras los primeros luchaban y morían, los segundos andaban haciendo acuerdos en lo oscurito con el enemigo, previo pago de comisión por sus servicios.
A ver hasta cuando nos seguimos conformando con honrosas derrotas y victorias morales.
Omar Delgado
2008
2 comentarios:
ERES UN LAME HUEVOS DEL IMPERIO YANQUI HIJO DE PUTA MAL PARIDO, NO TIENES IDEA DE LO QUE SIGNIFICA PATRIA NI HONOR, COMO PUEDES DECIR QUE LOS MEXICANOS QUE MURIERON CON HONOR EN CHAPULTEPEC SON PERDEDORES? (HAYA O NO EXISTIDO JUAN ESCUTIA) POR EL CONTRARIO ELLOS SON EJEMPLO UNICO PARA TODOS LOS MEXICANOS DE VERDAD, NO QUE TODA LA BOLA DE PUTOS CIVILES QUE SE QUEDARON EN CASITA ESPERANDO A QUE NOS ROBARAN LA PATRIA SIN NI SIQUIERA TOMAR UN MACHETE Y OFRENDAR SU VIDA (VIDA PERDEDORA Y MUERTE EN VANO EN LA CAMA Y DE VIEJOS O POR ENFERMEDAD) ESOS SI FUERON LOS "LOOSERS" AL IGUAL QUE EL PINCHE CLERO CATOLICO TRAIDOR QUE LOS MANIPULA SIEMPRE Y TU QUE SI ESTUVIERAS EN AQUELLA EPOCA DE SEGURO LE DABAS LAS NALGAS A WINFIELD SCOTT POR UN AUTOGRAFO...
AH! Y POR PARTE DEL HEROICO COLEGIO MILITAR Y EL GLORIOSO GRAL. ANAYA (QUIEN FUERA AGREGADO DEFENSOR) Y EL GRAL. MANUEL RINCON (VERDADERO JEFE DE LA PLAZA EN CHURUBUSCO)Y AL RESTO Y SU SACRA MEMORIA DE TODOS SUS CAIDOS Y HEROES: CHINGAS A TU PUTA PERRA Y TARIDORA MADRE.
Publicar un comentario