miércoles, agosto 01, 2007

¡Arriba los idiotas!

El Elógio del imbécil de Pino Aprile


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La inteligencia nos diferencía de los demás animales. Brevemente la podemos definir como la capacidad para modificar nuestro entorno. Algunas de sus manifestaciones son el lenguaje y el pensamiento abstracto; el primero nos permitió crear la interacción social para construir civilizaciones enteras; el segundo, resolver y anticipar los retos de la vida diaria. Sin la inteligencia, seguramente nos hubieramos extinguido demasiado rápido.
En las estepas africanas, los protohumanos que eran nuestros tatarabuelos tenían que competir tanto con las fieras armadas de garras y colmillos como contra otros animales que estaban mejor adaptados para sustraer los recursos del medio ambiente. La evolución, como respuesta, los hizo (y nos hizo, por consiguiente), más inteligentes. Así, pasamos de ser parte de la estirpe de los changos a construir de la muralla china, diseñar Internet, escribir El Quijote y esculpir la Venus de Milo (Aunque no nos vanagloriemos demasiado. La inteligencia también hizo posibles la bomba atómica, los hornos de Auschwitz, la Santa Inquisición, la guillotina y el gas sarín).

Nuestro cerebrote casi siempre nos enorgullece. Es nuestro; regalo que algún ocioso dios le otorgó a la especie. De igual manera, creemos ciegamente que sólo puede ir hacia arriba. Consideramos que, a medida de que evolucionemos, nuestra mente adquirirá nuevas capacidades que nos acercarán más a esa hipotética deidad.
Cada día seremos más listos, creemos. Pero... ¿Y si no fuera así?

Papá Darwin, en el siglo XIX, decodificó los mecanismos por medio de los cuales las especies evolucionan. (Ayudado, por supuesto, por el padrecito Mendel). Todos los animales sómos individuos con una serie de características genéticas que mezclamos por medio de la reproducción sexual. Gracias a esos cocteles de gametos, los seres vivos pueden seleccionar y conservar las mejores características evolutivas en su descendencia. El halcón buscará a la pareja más adecuada para que sus polluelos sea más rápidos y tengan mejor capacidad visual; la gacela se apareará con el gacelo más veloz y despierto, para que las crías hereden esas facultades; la leona se montará al león más grandote y fiero. Los seres humanos también buscamos en nuestras parejas potenciales las mejores características para nuestra descendencia: fuerza, belleza física (que implica buena salud, entre otras cosas), e inteligencia. Esta última fue, a nivel evolutivo, la respuesta que tuvimos para sobrevivir como especie. Sin embargo... ¿Qué pasaría si nuestra ponderada capacidad craneal se convirtiera en un estorbo para la supervivencia ? Según la teoría de la evolución (paradojicamente, uno de las obras cumbres de la inteligencia humana), desaparecería.



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Pino Aprile, periodista italiano, juega con esta posibilidad. En su libro Elogio del imbécil expone que la humanidad, en lugar de hacerse más inteligente, poco a poco se va estupidizando más. Sostiene que, como especie, hemos llegado a nuestro desarrollo máximo, y que si nuestra inteligencia aumentara se convertiría en un riesgo. Lo mismo que nos hizo vivir, ahora nos pone al borde de la extinción. Provocador, el italiano sostiene que el ser humano, para sobrevivir, tiene que hacerse el imbécil (literalmente).

El libro nos muestra a través de varios ejemplos los peligros que entraña un exceso de inteligencia: Durante el neolítico, el hombre de Neardenthal, dueño de una capacidad craneál superior incluso que la nuestra, es exterminado por el mucho menos inteligente, pero más violento, hombre de Cró-Magnón. Los estudios antropológicos apuntan a que su excesiva inteligencia fue su perdición: su hiperdesarrollado cráneo, necesario para contenerle el cerebrote, hacía que el parto de las señoras Neardenthal fueran demasiado riesgoso, además de que su naturaleza pacífica no le ayudó en nada contra la belicosidad de sus verdugos. El mejor, muere; el tonto, vive. Pino Aprile lo ejemplifica al recordar las epopeyas homéricas: los que morían como langostas frente a las murallas de Troya eran los aqueos más fuertes, los más bellos, los más perfectos. Mientras ellos se bañaban en sangre, las aqueas se consolaban con los mensitos y pránganas que no pudieron (o se escaparon), de ir a la conflagración.

En otra parte del libro, Aprile desmenuza minuciosamente los mecanísmos que la sociedad ha creado para contener la inteligencia y la creatividad: desde la escuela tradicional, la cual amputa la natural curiosidad del niño, hasta los sistemas de gobierno. Todos ellos son para el autor inhibidores del crecimiento intelectual de los individuos. Para la sociedad, afirma, son necesarios y deseables los individuos que no destaquen, que formen comedidamente un gigantesco muro de tabiques homogéneos y pasivos. En este órden, los genios són deseables sólo en la medida en que puedan ser domesticados y asimilados por la maquinaria, mientras que una persona brillante e indómita tiende a ser anulada.
El listo inventa, el tonto copia. Vivimos en una sociedad en donde las soluciones que piensan unos pocos son copiadas y asimiladas por los muchos. Este fenómeno, si bien tiene evidentes ventajas, también nos hace más imbéciles. El cerebro, finalmente, es un órgano que debe ser ejercitado para no atrofiarse. La tecnología, paradójicamente, nos esclaviza, pues nos hace dependientes a ella.



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Aunque Aprile escribe en un tono informal, despojado de cualquier tufo a academia, presenta interrogantes que nos pueden quitar el sueño, si las pensamos bien: ¿Es el tarugo el más apto?, ¿La inteligencia en exceso es nociva para la salud?,¿Para vivir en sociedad es necesario renunciar a la razón y a la creatividad?
El tiempo lo dirá.
Si lo quiere leer, le dejo los datos (Apurese, no vaya a ser que este cabrón esté en lo cierto.... Yo, por lo mientras, me voy a ver el futbol).
Omar Delgado
2007

ELOGIO DEL IMBECIL (NF)
PINO APRILE (Booket)
272 páginas.
ISBN: 8484605590.
ISBN-13: 9788484605591

1 comentario:

Dolores Garibay dijo...

Hola Lobito, es un placer leerte.

Pues yo honestamente no había escuchado de este libro pero se muy interesante, trataré de conseguirlo y cuando lo termine de leer, ya te daré mi punto de vista.

Por cierto, ya me divorcié de Heidegger e inicié clases en "Letras Iberoemericanas", probablemente necesite después de tu amable ayuda ;)

Besos chilangos