martes, marzo 20, 2007

Ernestina Ascencio

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Exhumación de Ernestina

Se llamaba Ernestina Asencio.
Era una anciana nahoa de la sierra de Zongolica, en Veracruz. Tenia setenta y cinco años hasta el 26 de febrero de 2007, fecha en que murió.
Si este fuera un mundo más justo -aunque sea un poquito-, Ernestina debió de haber muerto en su casa, rodeada de sus hijos y sus nietos; debió de haberla sahumado el curandero con copal, debió de haber muerto tranquila, de la mano de sus seres queridos. Nos la debió arrebatar alguna enfermedad de la vejez, tal vez la diabetes, la hipertensión, o tal vez su corazón se hubiera podido detener tranquilamente, cansado de tantas subidas y bajadas por los cerros.
Tal vez la muerte se la pudo llevar durante alguna noche de sueño; uno de sus nietos (de todo el racimo con el que la coronó la vida), se hubiera dado cuenta de su deceso a la mañana siguiente, al tomarle la mano y sentirla fría. Tal vez su familia hubiera llorado en su sepelio, pero se hubiera alegrado de que la abuela finalmente descansara en paz. Probablemente la hubieran enterrado a ritmo de tambora, soltando cohetes en cada esquina, y su familia entera la hubiera cobijado a puños de tierra. Tal vez...
Por desgracia, a Ernestina murió de otra manera: en su necropsia encontró que tenía la cabeza estrellada y las entrañas sangrándole. Ella murió de "daño craneoencefálico y hemorragia debida a perforación del intestino". La muerte de un gamberro, no la de una abuela. A Ernestina la violaron cuatro soldados la golpearon con salvajismo, la violaron multitudinariamente y la dejaron. Antes de morir en el camino a Rio Blanco, pudo acusar a los culpables: "Fueron los soldados, hija".
Hechos como el de Ernestina, por desgracia pasan. La crueldad es inherente al ser humano, tanto como la compasión o la ternura. Lo aberrante es que sus asesinos sigan impunes. El estado moderno fue creado, entre otras cosas, para evitar que hechos como éste queden impunes. Sin embargo, en nuestro México del 2007 a nuestros gobernantes les parece más importante el conservar las buenas relaciones con el ejercito antes que castigar a los culpables.
"Hasta donde sé, fue una gastritis mal atendida", se atrevió a decir Felipe Calderón, presidentito de México, días después del asesinato. Calderón, quien llegó al poder a través de un fraude electoral, necesita el apoyo y la protección del ejercito para continuar en el mandato. Es por eso que, en lugar de intentar ejercer el estado de derecho (fórmula en la que a él y a todos los de su partido político les encanta envolverse), prefiere apoyar a los milicos.
Lo más grave es que las declaraciones de Calderón (Y la de todo sus coríferos), indican de manera implícita que Ernestina Asencio mentía. ¿Podría una anciana moribunda falsear la verdad de esa manera? "Fueron los soldados, hija". ¿Pudo Ernestina inventarse todo sólo para ejercer una venganza o simplemente darse a notar? Sinceramente, no lo creo.


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México, nuestro pais, que amamos siempre pero que a veces odiamos, se está convirtiendo en el paraíso para quien tiene dinero o poder. Aquí cualquiera que tenga los dólares suficientes -y con el apoyo de un arzobispo, but of course-, puede violar cuantos niños quiera; cualquier soldado con fuero puede violar y matar a una anciana si se le antoja; cualquiera puede hacer un megafraude (Ya sea una biblioteca que se transmuta en alberca o una quiabra carretera), sin preocuparse. ¿Y los que no tenemos dinero ni poder? Sólo somos pasto de los que si los tienen; cualquiera (En Ciudad Juárez y en muchos otros lados) puede matar trescientas jovencitas y seguir tan campante después de más de quince años; cualquiera puede llevar a cabo sus deseos más torcidos si posee los suficientes medios y contactos.
Por eso, todos somos Ernestina.
Por eso, hay que exigir justicia para ella y para todas las demás víctimas
Omar Delgado
2007
P.S. Quise ilustrar este post con una foto de Ernestina Ascencio, pero extrañamente no hay ninguna imagen de ella en Internet. Tuve la oportunidad de ver su última foto: era una abuela como cualquier otra, que debió morir de otra manera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"gracias por no justificar la infamia con el silencio"