sábado, mayo 08, 2010

CON MADRES DE LA PATRIA

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Reseña de “La Insurgenta” De Carlos Pascual


En la historia, por lo menos en la de México, la mujer casi siempre ha tenido un papel de reparto (por no decir de relleno): a veces, como en los casos de Doña Josefa Ortiz de Domínguez o Carmen Serdan, su papel se limita a apuntalar a los auténticos protagonistas (La Corregidora mandando el recadito salvatorio a Ignacio Allende y Doña Carmen pasándole las balas a su hermano Aquiles durante la gresca en Puebla); en otras, se les ha presentado como starlets de un cierto grupo político o artístico (La Güera Rodríguez y Nahui Ollin, por ejemplo), o bien , como en el caso de las Adelitas, se ven despojadas de su carácter individual y se convierten en un ente colectivo.

Por otro lado, en las pocas ocasiones en que la mujer ha adquirido un rol más central en la historia, casi siempre es para vestirse con la piel de la villana (Malintzin, conocida más ampliamente como La Malinche), despojándosele de cualquier elemento humano y convirtiéndose en la encarnación de los antivalores nacionales.

En otras palabras, a la mujer como personaje histórico, se le ha retratado como muchas cosas, menos como persona.

Y, para ser sinceros, muy poco han hecho los escritores, cronistas, historiadores y novelistas para despojar a las féminas de tan tristes papeles. Desde Bernal Díaz, pasando por Carlos Siguenza y Góngora, Lucas Alaman, Guillermo Prieto, Vicentr Riva Palacio y hasta José Vasconcelos, casi todos han tenido la infausta costumbre de narrar en masculino: el hombre, en su supuesta condición de ente pensante y reflexivo, es el motor de los cambios históricos, mientras que la mujer, limitada por su naturaleza visceral y emotiva, no le queda sino ser sidekick o Femme Fatale en el escenario del mundo.

Por eso, es más que valioso el esfuerzo del escritor Carlos Pascual (Ciudad de México, 1975) por tratar de humanizar a una de las protagonistas más enigmáticas y trascendentes de la historia mexicana: Leona Vicario, opositora a la corona española, ideóloga y una de las primeras periodistas en la historia del país -en una época en la que escribir en un periódico era realmente ser líder de opinión-, mujer que, en opinión del autor de La Insurgenta, merece ser situada, junto con Miguel Hidalgo, como generadora de esta deshilachada nación llamada México.

Pascual estructura el relato de manera polifónica, situándolo durante las audiencias que siguieron al fallecimiento de la prócer, sucedido el 23 de Agosto de 1842. Así, el lector puede sumergirse en el riquisimo personaje de doña Leona a través de los ojos de quienes la conocieron, desde el arriero que la traicionó durante la guerra independentista hasta sus persinadas hermanas; desde sus fieros detractores, tales como Lucas Alamán, hasta sus más acérrimos defensores; desde su desgarrado esposo Don Andrés Quintana Roo, -arquetipo del doliente viudo-, hasta el mismísimo presidente Santa Anna, ansioso de rendirle honores de benemérita para legitimar su mandato. (¿Dónde habré escuchado eso?) La narración, además de polifónica, es vívida y sensual: el lector, gracias al magistral dominio del lenguaje — vernáculo, histórico y emotivo—, de Pascual, disfruta lo mismo de los sabores de los dulces típicos al tiempo que escucha la algarabía de la audiencia; se admira de los deslavados vestidos de la nana e incluso comienza a olfatear —no sin cierto malestar—, la naciente putrefacción del cuerpo de la benemérita, narrada por el embalsamador encargado del despojo. Es por eso que, gracias a los dotes de su autor, la novela de La Insurgenta, más que coral, debe ser considerada multimedia.

Pero sobre todo, la obra es un relato de personajes, y como tal, refleja con franqueza y oficio la humanidad de la Vicario, presentándola como un ente poliédrico y contradictorio: apasionada a la vez que soberbia; valerosa a la vez que cuentachiles, pero sobre todo, indómita. Carlos Pascual, de amplia trayectoria como dramaturgo y guionista, teje con mano maestra los diálogos con los que se forma un magnífico retrato de quien, desde ahora y para siempre, merece ser considerada Madre de la Paria Mexicana: Doña Leona Camila Fernández Vicario de San Salvador.

Indispensable leerla.


Omar Delgado

2010










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