viernes, noviembre 27, 2009

FRONTERIZO


Ciudad Juárez a principios de siglo XX
(Antes de los feminicidios, los narcos, el ejército y demás)


Reflexiones acerca de la vida en la border

A diferencia de su equivalente español, que se refiere casi exclusivamente a una división política, el término anglosajón frontier implica más la delimitación existente entre el mundo de lo conocido y el de lo indómito; más que referirse a una rayita en el mapa, variable según la volubilidad o la estulticia de los políticos del momento, engloba el fin de la civilización y el inicio de la barbarie. Durante todo el siglo XIX, para el imaginario colectivo, La gran frontera americana, esa que se extendía justo después de las Rocallosas y hasta el Pacífico, estuvo infestada de apaches, desiertos asfixiantes, bandoleros y tramposos; lo habitaban putas irlandesas, opiómanos chinos y bandidos mexicanos; lo surcaban las manadas de búfalos y los monstruos de gila. Dicha región era, en muchos sentidos, y tanto para mexicanos como para norteamericanos, un terreno tan fantástico e inesperado como lo fue la América para los conquistadores españoles durante el siglo XVI; el territorio de las posibilidades infinitas, el reino del revés.

México comparte con los Estados Unidos la que quizá sea la frontera más grande del mundo. Tal división geográfica mide alrededor de 3,300 kilómetros que corren desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México y es, probablemente, la más cruzada del orbe ―tanto legal como ilegalmente―. Esa permeabilidad, que todos conocemos, pero que disimulamos, es la base de la economía de la región a la par que es definitoria para la identidad de sus habitantes. La cicatriz fronteriza es, curiosamente, un factor importante de unión entre las comunidades que viven a ambos lados de la misma. Un juarense o un tijuanense se parecen infinitamente más –en sus modos y sus emociones-, a un ciudadano de El Paso o de San Diego que a un chilango o a un neoyorquino.

La frontera de lo permitido

Photobucket


Esta cualidad fronteriza permea en todos los ámbitos de la vida en la región, desde la actividad económica ―que desde siempre ha caminado entre lo legal y lo ilegal―, hasta la esfera de la moral―para la gente fronteriza son permisibles muchas conductas que en otras regiones son impensables―. El delito es un viejo conocido en el lugar, es vecino, es compadre y amigo de parrandas. Es elección personal el acompañarlo en sus correrías ―con el riesgo que eso implica―, o seguirse por la derecha y vivir honestamente. La gente de la de la región está acostumbrada a vivir entre fronteras, a caminar entre dos realidades. La tajante división entre países hace que los demás límites, curiosamente, se difuminen.

La colisión entre dos culturas tan distintas, la mexicana y la norteamericana, es un factor clave para entender la realidad de la frontera. Así como en las desembocaduras de los ríos, donde las aguas dulces se enfrentan a las saladas, así la gringitud se mezcla con la mexicanidad. Es por eso quizá que las ciudades fronterizas son ―y han sido desde hace siglos―, aguas revueltas, llenas de remolinos y corrientes traicioneras.

El norteamericano promedio ve a las ciudades fronterizas como su Sin City particular. La moralidad tan estricta que le heredaron los puritanos del Mayflower le impide ver la perversión como algo inherente a su naturaleza y le obliga a focalizarla en un actor externo. En ese sentido, localidades como Ciudad Juárez o Tijuana se perciben como lugares sembrados de peligro y excitación en donde es posible ver un espectáculo de sexo en vivo, cuyos protagonistas sean una gorda y un burro, y sonreír pensando que eso, de ninguna manera, podría suceder en Houston o en L.A. Drogas, espectáculos bizarros, Horny señoritas o handsome muchachitos, Alcohol, todo está al alcance en estas disneylandias para adultos que le permiten al gringuito destramparse sólo para regresar, algún tiempo después, totalmente purificado, a su lado de la frontera. Como lo señala Lester Langley:

“[…] Cuando un americano, sobre todo si era hombre, cruzaba la frontera, dejaba sus convicciones morales de su propio lado. En México, él no era responsable de la inmoralidad, el peculado y la corrupción que en su concepto constituyen la cultura mexicana.”[1]

Y es qué, en realidad, la historia de las ciudades fronterizas no desmiente de todo al estereotipo. Pensemos, por ejemplo, en Ciudad Juárez: fundada como misión franciscana en 1659, la localidad tuvo muy poca relevancia en la vida del país durante más de doscientos años. A pesar de su papel protagónico en hechos históricos de trascendencia ―fue sede del gobierno en fuga del presidente Benito Juárez durante la intervención francesa y en ella se formalizó, en 1911, la salida de Porfirio Díaz de la presidencia, nada más por poner dos ejemplos―, la localidad no pasó de ser un caserío desvencijado hasta principios del siglo XX. Lo que la hizo crecer y fructificar fue, efectivamente, la industria del vicio: para 1903 ya contaba con plaza de toros; en 1909 con hipódromo y en 1910 aparece el Tívoli primer casino en México equipado con máquinas tragamonedas primitivas. La fama que adquirió fue tal que en 1915 un periodista del Boston Herald la catalogó como “`[…] La ciudad más perversa de América” y que estaba habitada por

“[…] Unos cuantos criminales famosos, pero también se aloja un enjambre de estafadores, falsificadores y pillos de baja estofa. Además de una rara colección de
drogadictos y borrachos, en Juárez abundan los soldados ociosos”.[2]

Es evidente el esfuerzo que hacen los periodistas norteamericanos por ver la paja en el ojo ajeno, pues lo que no mencionan es que tales soldados ociosos provienen, en la inmensa mayoría de los casos, de su lado de la frontera. En ese sentido, la base de Fort Bliss, en Nuevo México, tenía la misma función que actualmente tiene la base de San Diego para Tijuana: el proveer a la ciudad de los dólares de soldados ganosos y ávidos de las innombrables diversiones que jamás le contarán a su familia durante la cena de Thanksgiving.

En 1918 ocurrió lo que sería el motor de desarrollo para la localidad: en el vecino Texas entró en vigencia la ley seca, que pronto se volvería nacional. Fue entonces cuando Juárez se convirtió en la proveedora de bebidas etílicas y diversiones epidérmicas de los desesperados gabachos que huían de la insufrible moralidad de su tierra. El crecimiento de bares, casas de citas, casinos, destilerías y cantinas fue exponencial durante los años que duró en activo la enmienda Volstead. Ciudad Juárez, junto con otras ciudades fronterizas tales como Tijuana, fueron las mecas de la diversión para el sur de los Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo, y ni siquiera la fundación y auge de Las Vegas, en Nevada, les quitó su condición transgresora. Incluso el cónsul norteamericano de los años veintes, calificaba a la antigua Paso del Norte como: “[…] La Meca de los criminales a ambos lados de la frontera”

Nada ejemplifica mejor la condición de frontera moral de Ciudad Juárez que un bar, llamado “Hole in the Wall”, que dio servicio en aquellas épocas: el cuchitril estaba construido sobre las márgenes del Río Bravo y lo conformaban dos anexos. El primero, donde se apersonaban los clientes, estaba del lado norteamericano mientras que el segundo, donde se elaboraban las bebidas alcohólicas, del mexicano. Cuando algún gringuito quería un drink sólo tenía que pasar su cabeza por alguno de los agujeros que había en la pared que dividía ambas estancias. Así, el buen hombre calmaba sus ansias etílicas sin transgredir la ley. Este negocio trasnacional, precursor del Tratado del Libre Comercio (TLC o NAFTA), tuvo que cerrar sus puertas en 1931 a instancias de las autoridades paseñas.

Ciudad Juárez, al igual que sus hermanas fronterizas ―Tijuana, Matamoros, Reynosa―, en ese sentido, puede catalogarse como Ciudad Tugurio. Tan es así, que una canción que versa sobre cierto antro de mala muerte, “El Nóa Nóa”, de Juan Gabriel, es prácticamente considerado el himno no autorizado de la ciudad. Durante todo el siglo XX una de las principales actividades económicas de la ciudad fue la diversión nocturna, y ni siquiera la depresión de 1929 o el posterior auge de Las Vegas, en Nevada pudieron quitarle su condición de patio de recreo. Trágicamente, sería la violencia del narcotráfico la que, durante la primera década del siglo XXI, menguara la actividad crepuscular tan característica de la urbe.

La frontera laboral

Photobucket


La otra importante actividad de Ciudad Juárez es la maquila, y su origen es, curiosamente, la cualidad fronteriza de la ciudad. La línea que separa ambos países también es la línea que separa los derechos laborales y los sindicatos de presión de las “Facilidades para la inversión” y “Las asociaciones gremiales por la productividad”, tan del lado mexicano.

| El empresario norteamericano encontró de este lado de la frontera su paraíso particular: millones de manos dispuestas a trabajar por una fracción de lo que cobra un obrero norteamericano, legislaciones laborales y de seguridad laxas y flexibles, funcionarios amigables dispuestos a mirar a otro lado por una mínima cuota, cultura de la sindicalización prácticamente inexistente ―resulta paradójico que el termino en inglés para sindicato, Union, sea precisamente de lo que carece el obrero mexicano cuando lucha por sus derechos―.

Las maquiladoras, plantas de ensamblaje que basan su estructura en las líneas de montaje y las labores monótonas y poco especializadas, comenzaron a aparecer en Juárez desde la década de los sesentas. Fueron promovidas por las autoridades juarenses de aquella época justamente con el fin de quitarle a la localidad el estigma de zona roja. Así:

“[…] Juárez cambió su rostro. Las aplanadoras arrasaron los odiosos burdeles y cantinas que tapizaban la frontera. En su lugar surgieron talleres y tiendas, donde se ofrecían artículos mexicanos a los turistas (atraídos por la devaluación del peso), y a los mexicanos que ya no podían pagar los precios más altos del paso. Al principio, los edificios antiguos se transformaron en “Maquiladoras”, donde las compañías americanas establecían plantas gemelas mexicanas. En las maquiladoras obtenían una fuerza de trabajo adecuada que sólo costaba una fracción de lo que pedían los trabajadores sindicalizados americanos por el ensamblado electrónico o la manufactura de vestidos. Aprovechando las tarifas arancelarias 806.30 y 807 de los Estados Unidos, las compañías americanas podían ensamblar partes en sus subsidiarias mexicanas pagando un impuesto sólo sobre el valor agregado al producto”[3]

Sin embargo, el verdadero auge de la industria maquiladora inicia luego de la firma del TLC en 1992. A partir de ese año, y hasta los primeros del siglo XXI, centenares de empresas corrieron gustosas a instalarse en las planicies juarenses. Los empresarios maquiladores comenzaron a contratar a millares de obreros, abrumadoramente mujeres, para ensamblar desde televisores Sony hasta tenis Nike.

Esto transformó permanentemente la configuración de la cultura y población de Ciudad Juárez: en primer lugar, ocasionó una ola migratoria enorme, proveniente en su mayoría de las poblaciones más pobres de Veracruz, Durango, Coahuila y Zacatecas. En segundo lugar, feminizó la economía, pues ya que más del 90 por ciento de los empleados de la maquila pertenecen al sexo femenino, su auge trajo como consecuencia una nueva generación de mujeres trabajadoras, cabezas de familia ―muchas de ellas madres solteras―, que lograron independizarse ―al menos, económicamente―, del hombre.

La industria maquiladora, sin embargo, representa una tremenda paradoja en la economía del estado, pues al tiempo que la sostiene, proveyéndola de los recursos económicos indispensables para su mantenimiento, también la ancla en un sistema de producción dependiente y pasivo. Las autoridades esperaban que el auge de las maquiladoras tuviera como consecuencia también la derrama de conocimiento que disparara el desarrollo industrial de la región. Sin embargo, los maquiladores, previendo esto, cuidaron muy bien de no compartir el saber tecnológico con sus obreros, al grado de que ningún mexicano puede escalar ―salvo contadísimas excepciones―, el grado de supervisor dentro del organigrama (los rangos superiores, donde se encuentra el Know how son, por supuesto, norteamericanos). La frontera, entonces, no se convirtió en un nuevo Japón, tal y como esperaban los gobernantes, sino en un Taiwan latinoamericano. La industria de la maquila acabó siendo freno para el desarrollo, pues:

“Para el gobierno mexicano, las maquiladoras plantean un problema aparentemente indisoluble. Como los antros de placer y las tabernas de medio siglo atrás, las maquiladoras representan la venta de mano de obra mexicana a salarios menores que los pagados al norte de la frontera, pero mayores a los percibidos en el interior. México desea desesperadamente obtener el control de su economía nacional, pero un endeudado gobierno mexicano tiene en las maquiladoras una preciosa fuente de divisas. La prostituta, el narcotraficante, el cantinero, al igual que los ensambladores de televisores, juguetes, prendas de vestir máquinas para oficina, instrumentos electrónicos y motores para autos, tienen una función económica común: ingresar dólares al país.[4]

Conclusiones

Sea ciudad inundada de cantinas y bares, sea plagada de plazas industriales, Ciudad Juárez no pierde su condición de paso entre dos estados. Estos pueden ser países, legislaciones, estados de la conciencia; pueden ser preferencias sexuales, oficios o morales. Gracias ―y debido a―, a esa condición privilegiada, dicha ciudad fronteriza guarda dentro de sí una gran riqueza. Por desgracia, su estatus también la condena a ser presa de la violencia. Los feminicidios, las ejecuciones de narco, las fosas enormes como de holocausto, son noticia diaria ―y hasta rutinaria―, en los diarios juarenses.

Y es que, sea como paraíso del pecado, sea como edén de las maquiladoras, ya sea como paso para estupefacientes, la ciudad ha sido utilizada como una gran red para pescar dólares. Para que algo cambie, deberá cambiar primero esa visión de Ciudad Juárez como presa, como mina de oro, como imán de los cueros de rana. Tendrá que ser considerada, por las autoridades y por la sociedad mexicana en general, como lo que primariamente es: un conjunto de mexicanos valiosos y con deseos de progresar y no sólo de vender barato el sudor de su frente, sin importar que tal comercio en una cama o en una mesa de soldar.

Sólo así, ciudad Juárez brillará más de lo que ya lo hace.


Omar Delgado

2009


NOTAS

[1] LANGELY, Lester D. Mexamérica. Dos Países, un futuro. 1990, México. FCE, p.43

[2] CARRERA, Mauricio. La noche de Ciudad Juárez. Artículo de investigación tomado de la página web: http://www.almargen.com.mx/notas.php?IDNOTA=867&IDSECCION=Periodismo%20de%20Investigaci%C3%B3n&IDREPORTERO=Mauricio%20Carrera

[3] LANGELY, Lester D. Mexamérica. Dos Países, un futuro. 1990, México. FCE, p.46

[4] Ibídem, p.54



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Good day !.
You re, I guess , perhaps very interested to know how one can manage to receive high yields .
There is no initial capital needed You may begin to receive yields with as small sum of money as 20-100 dollars.

AimTrust is what you haven`t ever dreamt of such a chance to become rich
AimTrust incorporates an offshore structure with advanced asset management technologies in production and delivery of pipes for oil and gas.

It is based in Panama with structures around the world.
Do you want to become really rich in short time?
That`s your choice That`s what you wish in the long run!

I feel good, I started to get income with the help of this company,
and I invite you to do the same. It`s all about how to choose a proper companion who uses your savings in a right way - that`s the AimTrust!.
I earn US$2,000 per day, and what I started with was a funny sum of 500 bucks!
It`s easy to start , just click this link http://efyfedyja.freewaywebhost.com/cyguzesy.html
and lucky you`re! Let`s take our chance together to get rid of nastiness of the life

Anónimo dijo...

Hello !.
You re, I guess , probably very interested to know how one can collect a huge starting capital .
There is no need to invest much at first. You may begin to get income with as small sum of money as 20-100 dollars.

AimTrust is what you need
The company represents an offshore structure with advanced asset management technologies in production and delivery of pipes for oil and gas.

Its head office is in Panama with offices everywhere: In USA, Canada, Cyprus.
Do you want to become a happy investor?
That`s your choice That`s what you really need!

I feel good, I began to take up income with the help of this company,
and I invite you to do the same. If it gets down to choose a correct companion utilizes your savings in a right way - that`s it!.
I make 2G daily, and my first investment was 500 dollars only!
It`s easy to get involved , just click this link http://axisocig.freecities.com/tepuzuba.html
and go! Let`s take our chance together to get rid of nastiness of the life