Señor polecía… lo vi en la tele
Si viviéramos en el mundo que nos muestra la T.V, casi todos seríamos policías o criminales. En los programas de la pantalla chica, por cada ingeniero que aparece, hay diez agentes de ley; dos por cada abogado y tres por cada médico. El universo hertziano nos muestra una realidad en donde hay una constante y eterna confrontación entre las fuerzas del orden (representada por los detectives, los uniformados, los S.W.A.T´s) y el caos (Cuyos estándares son los narcotraficantes, Serial Killers, tratantes de blancas y asaltantes de bancos).
La figura del policía (y por consiguiente, la de su siamés criminal), ha sido protagonista estrella desde siempre en los medios masivos: la novela policiáca siempre sido popular desde su nacimiento en el siglo XIX; los programas de radio que rifaban eran los de género negro; los pulp fueron el género literario por excelencia durante la postguerra; gracias a las pantallas (grandes y chicas), conocemos cuicos que van desde Sam Spade hasta Kojac, desde Starky & Hutch hasta Mágnum; desde Sérpico hasta Harry el sucio.
Definitivamente, el cuico televisivo se ha adaptado a los tiempos, tanto como ha avanzado (por lo menos, técnicamente), el trabajo policial. Como ejemplo se puede analizar la enorme distancia que existe entre el agente Eliott Ness y el doctor Gilbert Grissom.
Los Intocables y su Ness
El esmirrado y seco actor Robert Stack encarnó al Eliot Ness televisivo durante las tres temporadas que duró el programa de Los Intocables (The Untouchables, 1959), serial basado en el libro homónimo que escribió el Eliot Ness real con la ayuda de un periodísta. Dicho texto, que muchos han denostado por sus múltiples impresiciones (cuando no abiertas mentiras) narra el trabajo policial del agente y sus muchachos cuando peleaban contra las mafias de Chicago en los años treinta del siglo pasado. En Los Intocables televisivos los criminales son presentados como seres brutales que no se detienen ante nada con tal de alcanzar sus objetivos (El ejemplo del sanguinario Frank Nitti es paradigmático); por lo mismo, los policías comandados por Ness son rudos y agresivos. El mismo Ness es un hombre intimidante, que utiliza técnicas de presión psicológica para obtener sus confesiones. (Métodos que, por cierto, actualmente serían inadmisibles en un jurado estadounidense) Las investigaciones en el universo narrativo de la serie se basan en la indagación, en los testimonios de testigos, en los soplones, y en la investigación directa en la escena del crimen. Los policías de Ness tienen mucho de golpeadores y casi nada de psicólogos; mucho menos de científicos. En ningún capítulo de la serie se ve la toma de alguna huella digital o de algún rastro y los casos casi siempre terminaban con balacera y muerte del malo en cuestión
Los personajes femeninos en Los Intocables siempre son entes pasivos, subyugadas por las terribles fuerzas de lo masculino. Las pocas damas que no son víctimas desvalidas son mostradas, bien como femme fatales que utilizan a los personajes masculinos débiles, o bien como fieras dispuestas a liarse a plomazos con cualquiera (la célebre Ma Barker, por ejemplo). Eso sí, hombres como Ness jamás son tocados por los encantos de alguna de las lagartonas en cuestión. El trato entre géneros es de antagonistas: los criminales las tratan como objetos y los agentes de la ley como tontas o como putas. En toda la serie se huele la misogínia tanto como se huele la pólvora.
En suma, en Los Intocables los personajes están pocos elaborados y son unidimensionales: buenos rudos rudisimos o Malotes reojetes. Las situaciones, por otro lado, son simples: la lucha de las fuerzas del orden, totalmente puras, limpias y honestas, contra los mafiosos, asesinos a sueldo, asaltabancos y otros agentes del caos. (Todavía no aparecía el Asesino Serial) El final de cada capítulo es, por consiguiente, la victoria de los primeros sobre los segundos.
Nota: Cómo dato curioso, podemos mencionar que el Eliot Ness real, después de su cruzada contra el crímen en Chicago, se mudó a Cleaveland. En dicha ciudad, El ex-agente del tesoro se enfrentó a uno de los asesinos seriales más sanguinarios de la historia norteamericana: el asesino del Torso (imagínense cómo se ganó el nombrecito). Eliot Ness, quien había vencido a Al Capone y otros signores de la mafia, fue incapaz de detener a su nuevo contrincante.
La escena del Crimen de Gilbert Grissom
CSI Las Vegas, una de las series televisivas más exitosas de todos los tiempos, comenzó a transmitirse en el 2000. En ella, la resolución de los casos policiales no se basa en las persecuciones o en los interrogatorios, sino en la recolección y análisis de evidencia. Ahora ya no son los policias madreadores y rudos, sino los científicos los que resuelven los crímienes.
Gilbert Grissom, interpretado por William L. Petersen, es uno de ellos. Es doctor en entomología por la UCLA y jefe de la unidad de investigaciones en la escena del crímen de la ciudad de Las Vegas. No es ningún hombre de acción; más bien, le gusta escuchar ópera, coleccionar insectos y leer. Aunque es agente de la ley, nunca empuña una pistola. Gil Grissom no hace arrestos espectaculares, no le rompe el hocico a los criminales ni camina por los bares de mala muerte, vestido de gabardina, buscando maleantes. Su trinchera es su laboratorio, y desde ahí, mete a los gandallas a la sombra.
Gil Grissom no esta sólo en su lucha contra el crimen: lo acompañan Catherine Willows, una ex- bailarina de streap tease, hija de mafioso, madre soltera y experta en trazos de sangre; Warrik Brown, un ludópata y brillante criminalista; Nick Stokes, un experto en fibras, hijo de un juez de la suprema corte y de gustos extremos en mujeres y Sara Sidle, una sagaz investigadora que tuvo una infancia dificil y que paulatinamente se enreda sentimentalmente con Grissom.
Comparándolo con el rudote Eliot Ness, Grissom es un tímido nerd que nunca ha metido las manos (figuradamente hablando), para atrapar a un criminal. Sin embargo, a diferencia del policia de Chicago, el entomólogo es mucho más efectivo para resolver los crímenes, pues atrapa a los criminales con las frías y afiladas armas que le da la ciencia. Para los CSI, el criminal no es encarcelado definitivamente por obra de los interrogatorios, las persecuciones o gracias a la ayuda de los soplones, (Aunque ayudan, por supuesto), sino por la evidencia que recoge y analiza Grissom y su gente (Muy especialmente, el ADN). Los métodos de Grissom, si bien son menos rudos que los de los Intocables, son inapelables ante la corte.
La diferencia en la imágen del policía de los años treintas y la del siglo XXI ha cambiado de manera notable; también los métodos de investigación se han modificado: actualmente, la evidencia es el principal recurso judicial y los interogatorios y testigos han quedado en un segundo plano. También los policias han cambiado: ahora las mujeres (Willows, Sidle), ya no son las damiselas en desgracia o las lángaras seductoras de azules: son mucho más intrépidas, incluso a un nivel mayor que los hombres, y los investigadores pueden ser, lo mismo anglosajones (Como Grissom o Strokes), que afroamericanos (como Warrik); cosa impensable en el Kukuxclanesco mundo del agente federal.
Los que transgreden la ley también han cambiado: Grissom se enfrenta lo mismo a estafadores que a mafiosos o asesinos en serie, y muchas veces sus casos son más difíciles que los de Ness. El mundo del misántropo entomólogo tiene muchos más recursos tecnológicos, pero también los criminales son más complejos y retorcidos. Eliot Ness utilizaba las balas de su Tommy gun; Gilbert Grissom sólo necesita los cotonetes de su kit científico.
Nota: Probablemente Gilbert Grissom, de hser un personaje real, hubiera podido detener al asesino del torso, misión en la que falló escandalosamente el viejo Eliot, con todo y sus poses de perdonavidas.
Omar Delgado
2007
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