lunes, marzo 26, 2007

Uno soñaba que era rey


Chava Flores lo demostró: cualquiera que quiera escribir de los chilangos lo tiene que hacer desde dentro; hacerlo de otra manera sería caer en el lugar común.

Los defeños actuamos en la tragedia diaria de nuestra ciudad, pero nos empecinamos en cambiar los parlamentos para hacerlos cómicos. Para interpretarnos, solo podemos utilizar la ironía, pues vivir en esta megalópolis -urbe imposible, lago sin agua, erguida en cimientos de lodo, unida por telarañas-, es un sarcasmo en si mismo. Si lo pensamos bien, la Ciudad de los Palacios no es el corazón del país, sino que más parece un gigantesco tumor que le roba los recursos -agua, dineros, talentos-, a las demás entidades para generar cosas para su propio beneficio (no para sus proveedores). El defe es dañino para el resto del país, pero si se le extirpara -como ciertos cánceres extendidos en una zona vital-, el país entero se desmoronaría; es -somos-, el vecino gandalla que paradójicamente, hace segura la cuadra con su sola presencia; el siames colérico con el que se comparte el corazón. El defe -nosotros-, es insoportablemente impresindible. Por eso en otras regiones de la república causamos esa emocion, tan incómoda, tan falta de algún nombre, que combina el coraje con la admiración. Mate un chilango, haga patria.
Es por eso que solo autores de la talla, del colmillo punzante de Enrique Serna .(México, D.F., 1959), pueden hablar del Chilango. Serna nos cuenta en Uno soñaba que era rey la historia del Tunas, Jorge Osuna, niño criado por el asfalto, adicto al pegamento, quien de vago deviene en héroe nacional por obra y gracia del destino. Jorge busca y odia a su padre, del mismo nombre, al tiempo que una serie de personajes fársicos lo orbítan: la Caguamita, novia y cónyuge de vicios; Damián, aspirante a padrastro, homosexual reprimido que gusta de amarse a sí mismo mientras espía a las parejas de muchachos el el cine; Mercedes, la madre de represiones sólo tan grandes como su hambre por el hombre con el que engendró al Tunas; Jorge Osuna, lechero y dealer, progenitor y padrote cuyo recuerdo es más espinoso que su presencia.

Serna, en contrapunto, nos cuenta también la historia de Marquitos Balladares, perfecta contraparte de Jorge Osuna, Marquitos, junior de las Lomas, hijo de Marcos Balladares, un arribista que deviene en propietario de una radiodifusora populachera por obra y gracia de su encanto personal; Marquitos, racista matanacos, perfecto y güerito psicopata de la high, verdugo (no tan) involuntario de Jorge Osuna padre, a quien, fanfarroneando, venadea con un rifle de alto poder. Marcos Balladares padre, quien en ese momento promueve un premio al heroísmo infantil, se entera de la tragedia causada por su trasgo y decide otorgarle el premio -jugoso millón de pesos ochenteros, además de un saludo personal del Papa- , a Jorge Osuna hijo como retribución. Por desgracia el Tunas, conciente de su naturaleza inheróica, decide negarse a recibir el premio y, de paso, ensartar a Damian en un foso lleno de varillas erizadas.

Serna nos narra en su obra, llena de personajes sólo verosímiles en el ámbito chilango, las distintas historias con un lenguaje bribón e irreverente. La tragedia nos la muestra risueña, el abuso aderezado con albur y las descripciones de lo dantesco construidas con frases propiedad del lugar común. Enrique Serna mezcla los formatos de varios géneros (El guión, el programa de radio, la transcripción de diáologos) para regalarnos un mosaico polícromo del Tunas y tropa que lo acompaña. Todas estas herramientas, que en cualquier escritor menos dotado darían como resultado una novela menor, en Serna nos presentan una radiografía total del ser defeño: el naco drogo orgulloso de no tener esperanzas de mejorar; el burguesito pusilánime y lleno de odio a los diferentes; la madre abnegada en sacarle provecho a su hijo; el hombre maduro encadenado al coño de la madre y empantanado en sus propios deseos; la dupla odio-amor Naco-fresa, fresa-naco, el uróboros que no para de morderse sus prejuicios.

Si alguien ha podido narrar la naturaleza del chilango, ese es Serna.


No hay que dejar de vernos en ese espejo. Chéquelo usté, may:

UNO SOÑABA QUE ERA REY

Autor: ENRIQUE SERNA
Editorial: BOOKET
Sección:¡Lit. Ibero.Narrativa
ISBN: 9703702147

Omar Delgado
2007

1 comentario:

Guillermo Vega Zaragoza dijo...

Hola Omar:

Pos nada, acá dándome una vuelta. Muy buena reseña.

Saludos.

Guillermo Vega Z.