Cristeros con bandera. 1927
Es natural que un régimen busque
legitimarse a través de un mito.
Hay
que recordar el ejemplo del priato: creó toda una narrativa de la revolución
mexicana, sintetizando varias insurrecciones aisladas e inconexas (la
revolución maderista, el levantamiento en contra de Victoriano Huerta, las
rebeliones villista y zapatista), en un movimiento unitario. De igual manera,
los gobiernos y simpatizantes del Partido Acción Nacional (PAN) intentan
cimentar su origen histórico en la
llamada Rebelión Cristera o Cristiada (1926-1929). Dicho movimiento armado, que
tuvo su epicentro principalmente en el occidente del país, fue causado por la
aplicación rigurosa de las leyes anticlericales emanadas de la Constitución de
1917, promulgadas por Venustiano Carranza e implementadas por Plutarco Elías
Calles a través de la ley que llevó su nombre (Ley Calles). Toda la épica
inscrita dentro de la también llamada revolución cristera es comprimida en poco
menos de dos horas y media en la película “La Cristiada”, producción
México-norteamericana dirigida por Dean Wrigth y escrita por Michel Love, que
se comenzó a exhibir en cines nacionales a partir de Marzo de 2012, muy en
sincronía con la visita papal de principios de año.
General Enrique Gorostieta
En “La Cristiada” se hace el esfuerzo narrativo por unificar algunos de los hechos de armas más notables del levantamiento, tales como la batalla de Tepatitlan (17 de Marzo de 1929), o el asalto al tren en La Barca (21 de Abril de 1927), con otros ficticios. De igual manera, se intentan vincular, aunque sin mucho apego a la realidad, a personajes históricos reales como el General Enrique Gorostieta (Andy García, en la película), con el general y sacerdote José Gutiérrez Vega (Santiago Cabrera), el bandolero Victoriano Ramírez (a) El Catorce (Oscar Issacc), el adolescente mártir José Sánchez del Río (Mauricio Kuri), y el activista e ideólogo Anacleto González (Eduardo Verástegui).
De
la historia, hay que comentar que, narrativamente, funciona. Se retrata con
eficacia el inicio del conflicto y el enrarecimiento del clima político y
social. Los personajes, si bien no presentan demasiados matices, son digeribles
gracias al buen oficio de los actores. En ese sentido, quizá el único personaje
realmente complejo —y ni tanto—, de la película es justo quien es tomado como
elemento vertebrador de la historia: Enrique Gorostieta, veterano de la
revolución y de la rebelión Delahuertista, agnóstico alejado del clero, que
decide alquilarse a la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa
(brazo político del movimiento cristero) a cambio de un sueldo y una pensión
para su familia, a quien la interpretación del cubano Andy García le dota de
dimensiones épicas. Otra notable actuación es la de Mauricio Kuri, quien logra
construir una interpretación verosímil de José Sánchez del Río, un personaje
calcado de las estampitas de iglesia. Kuri encarna a un
adolescente travieso que cambia profundamente al ver como los federales fusilan
a su amigo, el padre Christopher (Un Peter O´Toole en piloto automático) y que,
paulatinamente transmuta en combatiente y, al final, en convencido mártir
cristiano. Otro punto a destacar es la manera en que el realizador retrata el
papel de las mujeres en el conflicto, en especial, las que formaron la liga
Juana de Arco: desde abiertas activistas hasta espías y transportadoras de parque.
En ese sentido, queda claro en la película de que fueron ellas parte medular en
la lucha cristera, y que llegaron a arriesgarse tanto o más que los
combatientes armados.
Ahora
vienen los puntos negativos.
Sacerdote y combatiente Jesús Gutiérrez Vega
En primer lugar, como se dijo al principio, la historia es notoriamente favorable los cristeros. Esto es posible verlo incluso en las caracterizaciones, pues mientras los alzados tienen rasgos típicamente criollos, los soldados federales son marcadamente morenos e indígenas; mientras los generales de la cristiada son varoniles y gallardos, los militares del gobiernos son físicamente desagradables, desfigurados y sucios; mientras que a cada uno de los cristeros se le dota de una personalidad definida, la soldadesca callista es una masa indiferenciada de asesinos. Este hecho le da un tono racista innegable a la película.
El
otro punto en contra es la falta de rigor histórico del filme, mismo que, por
supuesto, retrata una visión idealizada del conflicto. Los personajes cristeros
(El Catorce, el Padre Gutiérrez Vega, el mismo Gorostieta), son presentados
como simpáticos rebeldes, cuando en realidad fueron combatientes más que
sanguinarios. Un ejemplo puntual: En la acción armada de La Barca, misma que se plasma
en la película, el Padre Gutiérrez Vega, quien comandaba al grupo atacante, furioso por que en la gresca había muerto su
hermano, ordenó deliberadamente
incendiar los convoys de pasajeros. Esta decisión tuvo como consecuencia que más de cincuenta personas,
incluyendo tanto a soldados como a mujeres y niños, murieran carbonizados o asfixiados. Por otro lado, este ataque fue consecuencia
del ajusticiamiento del ideólogo Anacleto González, martirizado y acuchillado
por la policía de Guadalajara días antes de los hechos en La Barca —y que en la película aparece como un hecho posterior—. En otras
palabras, la masacre —por cierto, de un tren que venía de la Ciudad de México—,
fue un acto deliberado de venganza ejecutado contra personas indefensas.
Victoriano Ramírez "El Catorce"
Otras mentiras evidentes tienen que ver con el fin de los caudillos cristeros: El Catorce, por ejemplo, no muriò heróicamente, sino que fue mandado asesinar por el mismo Gorostieta debido a su conducta indisciplinada; el Padre Gutiérrez Vega, si bien falleció en la Batalla de Tepatitlan, tal y como se ve en el filme, no combatió con Gorostieta hombro con hombro, tal y como se retrata en el filme, y sobre todo, a este último fue muerto en una emboscada orquestada entre el ejército federal y el alto clero mexicano. El máximo general cristero, enfurecido al ver que la obispada comenzaba a pactar con el gobierno, comenzó a planear una rebelión que pudiera extenderse a todo el país y que incluso llevara a un cambio de régimen con él mismo en la presidencia. Como consecuencia, los eclesiásticos que en un principio lo habían financiado, acabaron delatando su paradero ante el gobierno federal. En otras palabras, Enrique Gorostieta, el hombre cuyo genio militar convirtió a una serie de grupos armados dispersos en un ejército en forma que puso a temblar al mismo Plutarco Elías Calles, fue traicionado por sus propios patrocinadores.
Mención
aparte merece el martirio y ejecución del joven José Sánchez. Si bien, la
manera en como las filma el realizador es muy cercana a la realidad histórica,
hay ciertos detalles que son introducidos con calzador para aumentar el dramatismo: por ejemplo, la familia del niño nunca estuvo en el cementerio en
donde murió, y por supuesto, jamás hubo ningún intento del General Gorostieta
por rescatarlo —de hecho, es improbable que se hayan conocido—. Así, la historia del martir José Sánchez, desgarradora por sí misma, queda reducida a una mala copia de la escena final del Braveheart de Mel Gibson.
En
conclusión, a pesar de que el tono de la película es parcial y los errores
históricos son evidentes y para nada accidentales, es positivo para la sociedad
mexicana recordar uno de los capítulos más complejos y oscuros de la historia
mexicana. Finalmente, y a pesar de nuestras filiaciones ideológicas, es
necesario aceptar que la rebelión cristera tuvo su fundamento y sus razones, y
que comprender tanto el uno como las otras es indispensable para interpretar
correctamente el momento social que vivimos actualmente.
Pues,
finalmente, quienes nos gobiernan actualmente son descendientes, ideológicos o
biológicos, incluso, de esos serranos que se alzaron para defender su derecho a
creer.
Omar Delgado
2012
P.S. ¿Quién chingados le dijo al de casting que Rubén Blades se parecía a Plutarco Elías Calles?
P.S. ¿Quién chingados le dijo al de casting que Rubén Blades se parecía a Plutarco Elías Calles?
1 comentario:
Por los comentarios negativos parece que no se enteraron que desde un principio advirtieron los realizadores de la película que la misma tiene imprecisiones con toda la intención de que se hable, se investigue y se comente sobre el tema para que se escriban libros y se realicen más filmes en relación con esta importante gesta heróica con versiones que a poco vayan dejando en claro la real y verdadera historia. Lo que laudablemente trataron de destacar en esta película es que fue una gesta heroica realizada por HOMBRES de muchísimo valor civil y religioso en contra de decisiones de gente cegada por ideas no propias de ellos ni mucho menos por beneficiar a los mexicanos en ninguna forma, sino vulgares copias de ejemplos tomados de países extraños, (En Francia en 1915 un ministro Clemenceau estuvo a punto de hacer algo similar con la iglesia católica pero al anticipar que conduciría a un conflicto desistió argumentando que ninguna ley valía el derramamiento de sangre francesa), para aplicar equivocadamente en un México que en realidad no conocían y ni idea tenían de lo que sus ciudadanos eran capaz de hacer cuando se hartan de ser pisoteados por patanes necios y arrogantes. Reconozcamos y celebremos ese gran valor demostrado mil veces y démos gracias a D que por ellos se sigue practicando la libertad de cultos en el México que todos los nacionales debemos amar. ¡Viva Cristo Rey!
Publicar un comentario